Reparación Celular
El organismo tiene la posibilidad de reparar los
tejidos en forma óptima si le damos la materia prima para hacerlo. Entonces
todos los productos de origen natural es la mejor alternativa para hacerlo. El
Dr. Alexis Carrel, premio nobel en medicina mantuvo un tejido de corazón vivo
en líquido amniótico durante varios años. Las células embrionarias y el líquido
embrionario o amniótico de animales, como pato, codorniz, pollo, cordero,
cuando se toman forman un alimento completo, antes de especializarse, dichas
células al llegar al metabolismo humano, contienen todos los aminoácidos para
la fabricación de proteínas y el líquido, sueros y minerales aprovechando
notoriamente en la reparación y nutrimento de nuestro organismo.
La Teoría de la Renovación
Celular paso a paso
Sin necesidad
de entrar en terminología médica, de forma que lo entendamos todos, podemos
resumir la teoría de la renovación celular en pocos pasos.
En un primer
lugar, tendríamos un suceso ocurriendo en nuestro cuerpo, por ejemplo una
herida o, como en la imagen de ejemplo, un ataque al corazón.
Es en este
momento cuando se lanza esa "llamada de auxilio" en forma de unas
moléculas que "llaman la atención" de las células madre alojadas en
la médula ósea, provocando su liberación al torrente sanguíneo; dichas células
madre migran hacia los diferentes "sucesos" donde se las necesita,
con el fin de convertirse en las células destino (en nuestro ejemplo del
ataque, se convertirían en las células cardíacas dañadas o atrofiadas por el
ataque) y de ese modo subsanar el daño.
Esta teoría,
que viene siguiéndose desde el principio de las investigaciones llevadas a cabo
por StemTech, no habría pasado de ser eso, una simple teoría y por lo tanto
falta de fidelidad, si no hubieran entrado otros factores en la ecuación,
algunos de dichos factores con nombre y apellidos: por una parte se identificó
a las moléculas responsables de provocar la liberación de células madre (las
responsables de la "llamada de auxilio", para entendernos), y por lo
tanto se las pudo dar un mejor seguimiento, y por otra parte, el Premio Nobel
de Química del año 2008 fué compartido por los señores Martin Chalfie y Roger
Y. Tsien, estadounidenses, y el japonés Osamu Shimomura.
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